Comprendiendo al genio
Decía Salvador Dalí de
sí que el hecho de que él mismo no supiera cuál era el significado
de su arte, no significaba que no lo tuviera. Ricardo Muñoz, empero, es muy
consciente de lo que nos desea hacer saber, de cuánto y cómo quiere hacer
hablar a sus pinturas. Y las deja hablar. Y espera paciente a que escuchemos
sus exclamaciones. La originalidad de sus colores, diestramente
escogidos según el barómetro emocional de las personas y su habilidad técnica a
la hora de pintar, lo están haciendo muy popular, hasta el punto de que muchos
le escriben, argumentando sentir un je ne sais quoi expandido en las entrañas.
Con elementos tales como manzanas, llaves, conchas
marinas o pechos femeninos, Muñoz expresa sus complejos sentimientos hacia su
madre, con la cual le une y le ha unido una relación de lo más especial. Ya
desde los primeros cuadros pintados por el artista, donde muestra lo que será
su aporte al movimiento metafísico, un estilo pictórico muy de Ricardo Muñoz
aunque en su origen se
produzca en 1917. Al igual que entonces lo hicieron muchos, Muñoz abandona la
representación fragmentada y retorna a los valores tradicionales de solidez geométrica (formas naturalistas bien
definidas, con sensación de peso y
volumen; iluminación que resalta los objetos; composiciones
estables) y elementos clásicos; con ideas enigmáticas, lo
onírico, el juego
con las perspectivas y las inclinaciones misteriosas de los pintores renacentistas italianos, valores también presentes en
la pintura de Chirico.
Utilizando
las habilidades adquiridas, Muñoz pinta en forma muy
detallada los resultados de una imaginación libre de toda opresión. En
cuanto a
los temas escogidos, parece que en esa liberación la figura de su madre
es la
más importante. También lo llegan a ser su padre y su abuelo, presentes y
representados en muchas formas sobre el lienzo. Ricardo Muñoz obtuvo de
su familia, de su padre y de su madre una inspiración incondicional hasta que resultó evidente, que
en su intención de llevarlos a la felicidad en todos sus cuadros, Ricardo está
dispuesto a desafiar al propio destino que se empeña muchas veces en contradecirle en ese
deseo. El pintor nos dejó evidencias sobre lo difícil y traumático que resultó
para él, el distanciamiento de su madre.
La llave escondida en alguna parte en
el lienzo coloreado con el sentimiento a ocasión, es el elemento central de
algunas pinturas de Ricardo Muñoz: el deseo casi desesperado de que alguien
abra el significado brutal de sus obras y acceda al tesoro: su impresionante
talento para representar los sentimientos humanos, casi siempre inexpresivos en
las mentes, mediante técnicas sutiles y representaciones objetivas.
La cercanía y la ubicación
de las emociones humanas en relación a la roca, a una pieza de fruta, a unas
escamas de pescado, ayudan a explicar la
intención del artista mediante el simbolismo. Nótese también, en todas sus
obras un abrazo con la naturaleza, con el Dios en el Todo.
En relación con el diablo tantas veces asistente en sus obras, Freud escribió que la presencia del maligno en el arte representa impulsos que la persona teme dejar salir. Surgió con los años y el empeño de las manos de Muñoz del deseo de explorar la vida interior imaginada, contenida o sufrida, de sentires cotidianos, representándolos fuera de los contextos habituales que sirven para explicarlos: su solidez en el trazo, su separación-unión con los elementos naturales, el diálogo secreto tiene lugar entre sus telas y sus colores. Esta atención a la simplicidad de las cosas ordinarias, que apunta a un estado del ser más alto, se une a la consciencia de que la emoción en nosotros nos hace a nosotros. En todas las pinturas de Muñoz, las irrealidades parecen lógicas y creíbles. Sus obras, un ensueño.
En relación con el diablo tantas veces asistente en sus obras, Freud escribió que la presencia del maligno en el arte representa impulsos que la persona teme dejar salir. Surgió con los años y el empeño de las manos de Muñoz del deseo de explorar la vida interior imaginada, contenida o sufrida, de sentires cotidianos, representándolos fuera de los contextos habituales que sirven para explicarlos: su solidez en el trazo, su separación-unión con los elementos naturales, el diálogo secreto tiene lugar entre sus telas y sus colores. Esta atención a la simplicidad de las cosas ordinarias, que apunta a un estado del ser más alto, se une a la consciencia de que la emoción en nosotros nos hace a nosotros. En todas las pinturas de Muñoz, las irrealidades parecen lógicas y creíbles. Sus obras, un ensueño.
Muñoz ha comprendido muy bien lo que un día también Chirico escribió: “Hay más misterio
en la sombra de un hombre caminando en un día soleado, que en todas las
religiones del mundo.”
Reseña por Claudia Bürk
Más acerca del artista en Facebook:
https://www.facebook.com/pages/Mu%C3%B1oz/158696879465?ref=ts&fref=ts
Blog del artista Ricardo Muñoz:
http://ricardo-mu.blogspot.com.es/